ESPIRITU SANTO DEL AT AL NT RESUMEN
ESPÍRITU SANTO
La tremenda
repulsión, y sin embargo fascinante y atractiva dimensión de lo divino. Uno de
los más elusivos temas en la Biblia y la teología, la verdadera designación
Espíritu Santo (Heb. rûaḥ qāḏôš; Gr. pneúma hágion) se encuentra sólo en
algunos textos tardíos precristianos del AT (Is
63:10–11; Sal 51:11[TM 13];
Sab 1:5;
9:17;
1QS
3.7). Según Jerónimo, el hecho de que Heb. rûaḥ es principalmente femenino, Gr. pneúma neutro, y Lat. spiritus
masculino muestra que Dios no tiene género en absoluto.
Antiguo Testamento
El asombroso poder
creativo de Dios en el universo y en la preservación de la vida de personas y
animales (Gn 1:2; Job 33:4; Sal
104:30) puede ser una fuerza destructiva que seca las aguas (Os 13:15)
o un poder refrescante o salvador (Ex 14:21;
1 R
18:45). Uno puede tener un espíritu malo de parte de, pero no de,
Jehová, causando disensión (Jue 9:23), mentiras, y asesinato (1 S 19:9;
1 R
22:23).
El Espíritu
ocupa un lugar destacado en la orientación de la historia de Dios, produciendo
líderes carismáticos en los momentos necesarios. Esto es evidente en la
experiencia de los jueces en la cumbre de la teocracia de Israel (Jue 3:10;
6:34),
en la selección de los reyes Saúl (1 S
10:1–13) y David (16:13), en Zorobabel después del exilio (Zac 4:6),
y en el enigmático Siervo de Isaías 42, y es puesto de relieve por los
profetas (Is 34:16; 63:10;
Ez
18:31).
La primera
manifestación del Espíritu es profecía, como es evidente en los sueños de José
(Gn
41:38), Balaam (Nm 24:2), y Saúl (1 S
10:10). Note el uso común «el espíritu de profecía» en los Targums.
Para Oseas el profeta es el «hombre del Espíritu» (Os 9:7).
Miqueas declara que él está lleno «de poder del Espíritu de Jehová» (Mi 3:8).
En los períodos exílico y posexílico, especialmente en Ezequiel, el Espíritu es
un agente inspirador (Ez 2:2; 3:24).
Si bien en el AT el Espíritu generalmente no aparece como un ser personal,
textos como Isaías 48:16; Zacarías
7:12; Nehemías 9:30 describen al Espíritu de manera más
personal.
La actividad
escatológica y mesiánica caracterizan una edad final del Espíritu, cuando Dios
enviará su salvación definitiva a Israel y las naciones. El Espíritu y sus
dones yacen sobre el rey, el siervo, y el profeta (Is
11:1–10; 42:1; 61:1),
y serán derramados sobre todo el pueblo (Is 32:15;
44:3;
Ez
39:29; Joel 2:28[3:1]
[citado por Pedro en Pentecostés, Hch
2:17–21]). Por último, Dios derramará el Espíritu en los corazones
del pueblo para que se conviertan de piedra a carne y puedan mantener el pacto
(Is
59:21; Ez 36:26–27).
El judaísmo
tardío previo al NT hace hincapié en el espíritu de profecía, de revelación y
guía (Sir
48:24), sabiduría (Sab 7:7; 9:17;
1QH 12.11–13), y ocasionalmente alabanza. Sin
embargo, muchos (no todos) creyeron que el Espíritu se había marchado a causa
del pecado y que regresaría en la restauración.
Nuevo Testamento
En el NT, el
Espíritu Santo, la experiencia de la poderosa presencia de Dios entre su
pueblo, es ampliamente tratada en continuidad con el AT. Para 1 Pedro es el
espíritu de gloria (1 P 4:14). Las tradiciones de Lucas, Pablo y Juan
son particularmente prominentes. En los Evangelios el enfoque es sobre la vida
y ministerio de Jesús.
Evangelios
En Marcos, el
Espíritu es puesto de relieve en momento importantes: el futuro bautismo de
Jesús en el Espíritu (Mr 1:8), el propio bautismo de Jesús (v. 10),
su constante conflicto con espíritus inmundos (3:11;
5:12;
6:7;
7:25;
9:25),
la acusación de blasfemia contra el Espíritu Santo (3:29).
En contraste con
la extraordinaria concepción de Juan el Bautista, Mateo describe con
paralelismo ascendente la concepción virginal de Jesús a través de la actividad
creadora del Espíritu Santo. Él transfiere lo que dijo Marcos de que después de
la Pascua el Espíritu hablaría por medio de los discípulos (Mr 13:11)
a las instrucciones de la misión (Mt
10:17–22; 12:17–28). En la comisión final recuerda el
anuncio de que Jesús bautizaría en el Espíritu y da una indicación del
desarrollo trinitario de la comprensión del Espíritu (Mt
28:18–20).
Para Lucas, el corazón de la iglesia es la misión, y en
el corazón está el movimiento del Espíritu para el aumento de la Palabra, una verdadera explosión del Espíritu. El Espíritu Santo
comienza cada parte de su Evangelio. Cuando Jesús es concebido por el Espíritu
Santo, María, Elizabeth, Zacarías, Juan, y Simeón son cada uno lleno con el
Espíritu Santo profético. El Espíritu desciende en forma corporal en el
bautismo de Jesús y lo lleva dentro y fuera del desierto. Lucas cita Isaías
61:2; 58:6 para describir el manifiesto de Jesús de
«buenas nuevas a los pobres» en Nazaret. El Espíritu de nuevo ocupa un lugar
prominente cuando Jesús afirma su rostro para ir a Jerusalén (Lc 10:21;
11:13;
12:10,
12).
Por último, Jesús es el
dispensador del Espíritu a la iglesia (Lc 24:49),
el Espíritu es su sustituto.
No es
sorprendente, el Espíritu tiene un papel tan prominente en Hechos que bien podría titularse «Hechos
del Espíritu Santo.» Hay un claro paralelo entre el comienzo del Evangelio y el
de Hechos. Jesús derrama
su Espíritu en Pentecostés, el nacimiento de la comunidad cristiana.
Efusiones dramáticas del Espíritu sobre creyentes se registran en Hechos
2:1–4; 4:28–31; 8:15–17;
10:44;
19:6.
Todos los cristianos ahora tienen el Espíritu Santo. Pedro, Juan, Felipe, Esteban,
Bernabé, y Pablo son «llenos con el Espíritu Santo» para testificar con valor y
proclamar con entusiasmo, las buenas nuevas con señales y prodigios. Así Lucas
combina el deseo salvífico universal de Dios, el modelo de ministerio de Jesús,
y la misión mundial de la iglesia primitiva.
VERSICULOS
IMPORTANTES
HECHOS 2:1-4
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban
todos juntos en un mismo lugar,
2 y de repente vino del cielo un ruido como
el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa donde estaban
sentados.
3 Se les aparecieron lenguas como de fuego
que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos.
4 Todos fueron llenos del Espíritu Santo y
comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba habilidad para
expresarse. [1]
HECHOS 4:28-31
para hacer cuanto Tu mano y Tu propósito
habían predestinado que sucediera.
29 »Ahora, Señor, considera sus amenazas, y
permite que Tus siervos hablen Tu palabra con toda confianza,
30 mientras extiendes Tu mano para que se hagan
curaciones, señales y prodigios mediante el nombre de Tu santo Siervo Jesús»
31 Después que oraron, el lugar donde
estaban reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban la
palabra de Dios con valor. [2]
HECHOS
8:15-17
15 quienes descendieron y oraron por ellos para
que recibieran el Espíritu Santo.
16 Porque todavía no había descendido el Espíritu
Santo sobre ninguno de ellos; solo habían sido bautizados en el nombre del
Señor Jesús.
17 Entonces Pedro y Juan les imponían las manos,
y recibían el Espíritu Santo[3]
COMENTARIO IMPORTANTE
SE NOS DICE EN EL VERS 16 QUE AUN NO HABIA DESCENDIDO (EL
ESPIRITU SANTO)
SOBRE NINGUNO DE ELLOS ( LOS DE SAMARIA) CON LAS SEÑALES
EXTRAORDINARIAS QUE SE MANIFESTARON EN LOS DISCIPULOS EL DIA DE PENTECOSTES
PEDRO Y JUAN DESCENDIERON Y ORARON POR ELLOS PARA QUE RECIBIESEN EL ESPIRITU
SANTO
NORMALMENTE EL ESPIRITU ES DADO EN EL MOMENTO DE LA FE
(10:44; 19:2; EFESIOS 1:13 ) EN ESTE CASO SIN EMBARGO ERA IMPRESCINDIBLE QUE
LOS SAMARITANOS QUEDASEN IDENTIFICADOS CON LOS APOSTOLES Y CON LA IGLESIA DE
JERUSALEN A FIN DE QUE NO HUBIESE UNA IGLESIA CRISTIANA SAMARITANA RIVAL.
Pablo
Pablo, con su
teología centrada en problema-situación, describe la experiencia cristiana en
términos del Espíritu («en el Espíritu,» Ro 8:9),
mientras que los Sinópticos hablan el lenguaje del reino. El Espíritu es
distinto de, no obstante claramente relacionado con, el Jesús resucitado y mora
en el cristiano (Ro 15:30; 1 Co 6:11;
12:4).
Pablo insiste en que el evangelio no viene sólo con
palabras, sino en el poderoso Espíritu Santo trayendo convicción y gozo (1 Ts
1:5–6; 2 Ts 2:13). Pablo advierte: «No apaguéis el
Espíritu» (1 Ts 5:19, su única referencia con el artículo
definido). Este es un don de la gracia de Dios pero implica una lucha entre el
Espíritu (involucrando a la persona cristiana completa) y la carne (la persona
como sujeto al pecado).
El carácter vivo
del Espíritu es evidente en los nueve dones descritos en 1
Corintios 12–14: sabiduría, palabra de ciencia, sanidad, milagros,
profecía, discernimiento de espíritus, hablar en lenguas, interpretación de
lenguas. Pero el mayor don es el amor. Los mismos corintios son «carta» de
Pablo escrita por el Espíritu Santo (2 Co 3:2).
En Gálatas, una
precursora de Romanos, la reflexión de Pablo sobre la recepción del Espíritu se
desarrolla muy apasionadamente. El Espíritu se recibe en el corazón para que podamos clamar «Abba» como
hijos adoptados. Viene a través de la fe en lugar de las obras de la ley, de
cuya esclavitud es liberado el cristiano y es justificado (Gá 3:2–5;
5:5).
Los frutos del Espíritu son amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza (Gá 5:22–23). Un cristiano es sellado con el
prometido Espíritu Santo, «las arras de nuestra herencia» (Ef 1:11;
3:14–19).
Romanos (esp.
cap. 8,
donde la nueva edad surge a la vista) es un buen resumen de la pneumatología de
Pablo. Cristo ha logrado lo que la ley no pudo hacer. La vida guiada por el
Espíritu es la vida de los hijos de Dios hechos libres, herederos de Cristo,
libres del temor y el pecado. El Espíritu ayuda a las personas a orar porque
son demasiado débiles para orar correctamente. Está involucrado en la redención
de toda la creación (Ro 8:18–27). El Espíritu da testimonio de la gran
tristeza y angustia de Pablo por su propio pueblo (Ro 9:1–2).
Juan
Mientras que Lucas hace hincapié en la experiencia
externa del Espíritu y Pablo en la experiencia interna de la persona en la
comunidad carismática, Juan describe al Espíritu como «otro Cristo» (Juan
14:16) y hace hincapié en la relación del individuo con Cristo por
medio del Espíritu. El
Bautista describe su revelación de la identidad de Jesús «sobre quien veas
descender el Espíritu» (1:33). El renacimiento viene a través del Espíritu que «sopla de donde quiere»
(3:5–8).
Dios es espíritu (4:24). La vida abundante viene del Espíritu (6:63).
Juan va más allá
incluso que Pablo al hablar del Espíritu como Paracleto, abogado, consejero o consolador. Las funciones del
Paracleto se copian de las de Jesús: desarrollar la enseñanza de Jesús para
enfrentar las nuevas situaciones (Jn 16:14),
«lo que Jesús había dicho» o lo que Juan hizo al escribir su Evangelio;
destacando y enseñando lo que ya ha llegado con Jesús, aun cuando hay una
futura resurrección, juicio, y parusía (5:28–29);
ayudando a hacer realidad el reino de vida y amor, a pesar de que el mundo no
ve su venida (14:15–21). La gran contribución de Juan es su
enseñanza de la continua presencia de Jesús en el corazón de cada individuo (1 Juan
3:24).
El Apocalipsis
reúne a Dios, Jesús, y el Espíritu (la llama séptuple que arde continuamente
delante del trono de Dios; Ap 1:4); y es el Espíritu que invita a todos a
«venir» al don del agua viva (22:17). Pero es Mateo
28:19, junto con 1 Corintios 12:4–6; 2
Corintios 13:13; Judas 19–21, que parece haber marcado el camino
para el desarrollo pleno de la doctrina cristiana de la Trinidad.
Bibliografía. R. E. Brown, The Gospel
According to John, 2
vols. AB 29–29A (Garden City, 1966–1970); Y. Congar, I Believe in the
Holy Spirit, 3 vols.
(New York, 1983); J. D. G. Dunn, Jesus and the
Spirit (1975, repr. Grand Rapids, 1997); Michael P. Hamilton,
ed., The Charismatic
Movement (Grand Rapids, 1975); Watson E. Mills, The Holy Spirit: A
Bibliography (Peabody, 1988); C. F. D. Moule, The Holy Spirit
(Grand Rapids, 1978); M. Walker, God the Spirit
(Minneapolis, 1994).
Seán P. Kealy, C. S. Sp.
[1]
Nueva Biblia de las
Américas (La Habra: The Lockman Foundation, 2005), Hch 2:1–4.
[2]
Nueva Biblia de las
Américas (La Habra: The Lockman Foundation, 2005), Hch 4:28–31.
[3]
Nueva Biblia de las
Américas (La Habra: The Lockman Foundation, 2005), Hch 8:15–17.
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